viernes, 6 de junio de 2008

Sumeria y Puabi

Durante unas cuantas entradas, voy a escribir sobre las más importantes civilizaciones y sobre el papel de la mujer en ellas.
Empezaré por la primera civilización que se conoce: La Sumeria.
Existen testimonios diversos de la gran independencia y libertad que aún disfrutó la mujer durante los primeros cientos de años del patriarcado. Había mujeres Gobernadoras de provincias, otras que ejercían de Escribas y actuaban como Juezas y Magistradas en las cortes judiciales y muchas eran Sacerdotisas, actividades condicionadas por el conocimiento de la escritura y cálculo. Aunque se trataba ya de una sociedad patriarcal, no se discriminaba a la mujer.
A principios del período histórico en Mesopotamía, no existian barreras de clase para acceder a la educación, quien lo deseaba podía aprender a leer y escribir, elevándose así en su clase social. En esta civilización, la mujer gozó de un plano social parecido al de la mujer egipcia, pero sin llegar a igualarlo.
  • Tenía los mismos derechos que el marido sobre los hijos
  • En ausencia del marido administraba los bienes comunes
  • Era la autoridad superior del hogar, cuando no estaba el marido.
  • Tenía también libertad para emprender negocios de forma particular e independiente de su marido,
  • Poseía esclavos y tenía derecho de vida o muerte sobre ellos.
Existen evidencias de que la mujer accedía al trono y ejercía sola la soberanía de su ciudad-estado, como es el caso de la reina Puabi.
Esta reina sumería, conocida también como Shub-Ad, Sub-Ad, Shubad, Pu-Abi, es conocida ya que se conserva un enterramiento de gran riqueza, acompañada del asesinato ritual de sus servidores y su esposo.
La reina estaba engalanada con joyas de oro fabricadas con las más delicadas técnicas de orfebrería, entre otras con la corona de la foto de hoy, dos grandes pendientes en forma de aro, alfileres, collares y diez anillos en las manos, además de un rico ajuar de más de 250 objetos, de oro, plata y piedras preciosas, una valiosa arpa y un carro fúnebre con sus bueyes, para propiciar las funciones dela Diosa Salvadora Ishtar, responsable de la resurrección del difunto.