lunes, 21 de julio de 2008

Aranda de Duero y el cordero

Y siguiendo con el recorrido de ayer, después de pasar por Peñafiel, llegamos a Aranda de Duero, donde teniamos reservada mesa en el restaurante de Rafael Corrales, descendientes del Corrales donde según mi familia iba a comer mi abuelo materno, natural de un pueblo cercano, y donde como siempre degustamos un magnífico lechazo acompañado de ensalada, torta de aceite y vino de la ribera del Duero. Como aperitivo y mientras nos preparaban el lechazo tomamos chorizo y morcilla de Burgos, muy buenos, pero que hizo que nos costara terminarnos la carne.
La preparación del lechazo no tiene gran dificultad, lo único que se necesita es un horno del tipo de los de pan, y en una fuente de barro se introduce el lechazo solo con agua y sal.
La mejor carne para el lechazo es de ovejas churras, especie autóctona de Castilla y León, muy rústica, capaz de caminar grandes distancias en busca de alimento, de soportar temperaturas extremas, y muy bien adaptada al medio. Es una oveja, como podeis apreciar en la foto de lana basta, de producción mixta -carne y leche-, y que ofrece dos productos de alta calidad: el lechazo y el queso castellano, (este último para quien le guste).
Por lechazo se entiende a la cría de la oveja que todavía mama, siendo su alimentación únicamente la leche materna.
Y después de haber comido, salimos para Aragón. Ya no hicimos más altos en el camino hasta que llegamos a nuestro destino. Pero eso ya es otra historia...