viernes, 22 de febrero de 2008

Adios a Sicilia..

Hoy es nuestro último día en Sicilia. Mañana esperamos salir para Messina temprano, ya que son muchos kilómetros hasta Nápoles. Me ha gustado mucho Sicilia. Él ya conocía la isla, pero aunque había venido muchas veces, creo que esta es la vez que más la ha pateado.

Cuando llegamos a la isla, entramos por Messina y de camino hacia Aceriale, solo encontramos montañas, de hecho nos preguntábamos de donde había salido eso que nos contaban los historiadores de que Sicilia había sido el granero de Roma, pensábamos que era imposible. El día que fuimos a Piazza Armerina comprobamos que sí, que podía haber sido el granero de Roma y de más sitios. Esa parte de la isla está cubierta de suaves colinas, revestidas ahora de trigo.

Otra de las cosas que nos sorprendió era lo verde que estaba todo. Estamos en invierno y lo que no esperábamos era la exuberante vegetación que todo lo cubre y lleno de flores. Hemos contemplado los almendros en flor, los naranjos y limoneros llenos de frutos. Todo en la isla respiraba ya a primavera…

Hoy como despedida decidimos subir al Etna y nos lucimos, aunque también tuvo su encanto. Cuando nos levantamos vimos que había llovido y que había alguna que otra nube en el cielo, pero pensamos que sería como ayer y que en cualquier momento saldría un sol espléndido y desaparecerían las nubes. Bueno pues no. De camino al Etna, las nubes se cerraban cada vez más. En no muchos kilómetros subimos del nivel del mar hasta los 1150 metros, ya en la falda del Etna donde dimos la vuelta, ya que llegó un momento en que éramos incapaces de ver más allá de unos metros. La carretera que no era mala, por algunos sitios se estrechaba, había tramos de viaducto y eso sí, la ventaja que teníamos es que no podías ver cuantos metros había por debajo. Llegamos hasta donde había nieve, paramos y recogí unos trozos de escoria volcánica y decidimos despedirnos del Etna, sintiendo no haber podido llegar más arriba, por lo menos hasta la estación de esquí y el funicular que decían había más arriba, pero la verdad es que no tenía sentido ya que difícilmente podíamos disfrutar de ningún tipo de vista. Supongo que teníamos que haber hecho esta excursión cualquier otro día.

En fin, aprovechamos a la bajada y paramos en Zaffarea d'Etnea, donde descubrimos que lo típico era la producción propia y artesanal de miel. Todo con abejitas libando en los naranjos, limoneros, castaños, eucaliptos y miles de flores, plantados en las faldas del Etna y compramos un poquito, para poder compartir con familiares y amigos...

Valle o Colina...?

Hoy nos ha hecho un día divino. Él decía que este era un día de los que le gustan, pera vamos, a él y a medio mundo. Era perfecto. El caso es que cuando nos levantamos vimos que había llovido por la noche y durante el camino también llovió un poco, pero no importó, estábamos preparados para la lluvia: pantalones de cuero, botas..., y lógicamente me lucí… cuando llegamos a Agrigento hacia un día precioso, con un sol espléndido, el aire estaba límpio y con una luz perfecta. El día ideal para pasear por el ¿valle? de los templos. Y pongo valle de forma interrogativa, porque es un valle al estilo siciliano, no al estilo castellano. Quiero decir que los valles aquí están cubiertos de llamemos suaves colinas. De hecho en algunos sitios anunciaban “las colinas de los templos”, en lugar de valle de los templos, y la verdad es que se acercaría más a la realidad, pues la mayoría de los templos están encima de pequeñas colinas, pero como dice él, “Valle de los templos” es más comercial. Cuestión de marketing.

Llegamos no muy pronto al valle, cerca de las doce, aunque está a unos 180 kilómetros, una gran parte es por una carretera con muchas curvas y encima con tramos cortados y desvíos que hacían que el pobrecito navegador se volviera loco y tratara de enloquecernos a nosotros tambien, con la cantinela: “en el momento que pueda de la vuelta”, el caso es que se tarda más de dos horas en llegar, pero merece la pena. De todas formas, mañana haremos una excursión cortita, hay que descansar un poco de coche, desde que hemos salido de casa, el 15 de enero, llevamos más de siete mil kilómetros.

Bueno, os cuento por encima el valle de los templos, para que os hagáis una idea, Templos hay siete, unos mejor conservados que otros, pero todos bellos. He puesto como foto de la crónica el templo de la Concordia, por dos razones: una porque es el mejor conservado y de los más representativos y dos por su nombre, me gusta.

Además de los templos, había dos ágoras, la inferior y la superior, los restos de dos puertas, la II y la V, una necrópolis romana, unos arcos excavados en la roca en dirección al nacimiento del sol, llamados “Arcosoli Bizantini”, el Bouleuterion, el Ekklesiasterion, la Tomba di terone, el Gymnasium, la Villa Aurea: Centro multimedia y el Museo Arqueológico y una cosa muy importante, entre los templos de Giunone y de la Concordia, una cafetería con terraza, donde si bien te sableaban, también daban buen café, un zumo de naranjas sicilianas recién exprimido, excesivamente dulce para mi gusto y unos helados muy aceptables. En un día como el de hoy, os aseguro que era el sitio adecuado para sentirse como los propios dioses…

Seguimos con la orejas....

Hoy hemos estado en Siracusa.
Nos ha hecho un día muy bueno, unos quince grados y hemos aprovechado la
mañana para pasear por la ciudad, bueno en concreto por la isla Ortigia, que se encuentra unida al resto de la ciudad por dos puentes, y es donde se concentran la mayor parte de los monumentos de Siracusa. Hemos aprovechado el buen día para disfrutar sentados en sus terrazas, unos a tomarse un café, otras un helado…

Si tuviéramos que definir con pocas palabras actualmente la isla Ortigia, diríamos que está invadida por obras. Quitando el Duomo, que por cierto estaba cerrado, suponemos que por la hora, la mayor parte de iglesias y palacios que hemos visto estaban en restauración.

Empezamos el recorrido entrando por la puerta de la Marina, como no podía ser menos, para contemplar lo primero la fuente Aretusa, que es donde se refugió la ninfa del mismo nombre cazada por Alfeo, desde la antigüedad, es el símbolo de Siracusa. Tiene plantados unos papiros inmensos, por cierto que uno de los museos de Siracusa es el museo del papiro.

Siguiendo el borde del mar, llegamos hasta la punta de la isla, donde se encuentra el castillo Maniace, una fortificación que mira al mar y que no hemos podido visitar ya que lo estaban restaurando.

Seguimos callejeando hasta llegar al Palacio Bellomo, sede de otro museo, pero que no hemos podido visitar, ya que estaban restaurándolo... Cerca había unos baños hebreos, convertidos en hotel, y varios palacios e iglesias más que estaban… rehabilitando.

Seguimos hasta llegar a la amplia y soleada Piazza del Duomo, donde se encuentra la catedral construida sobre un templo dórico del siglo III a.C., varios palacios más y una terraza ideal para sentarse al sol y contemplar la plaza. De allí hemos ido a la piazza de Archimedes, (El Sabio favorito de Él, por su famoso principio…gracias a él los barcos flotan…), donde se encuentra la bonita fuente de Artemide, que representa la metamorfosis de la ninfa en fuente. Esta plaza está rodeada de edificios barrocos, uno de ellos el palacio Lanza, con las sugestivas ventanas bíforas, que se ven en varios palacios de la isla.

De allí pasando por el templo de Apolo nos fuimos a comer, para por la tarde dedicarlo a la zona arqueológica y al museo. El teatro, es uno de los más grandes construidos por los griegos, tiene 67 filas. Al lado del teatro había una latomía (cantera de piedra usadas como prisión en la antigüedad), en concreto la conocida como “la oreja de Dionisio”. Cuando iba a entrar en ella había dentro una pareja que hablaban bajito y se oían sus pasos y sus voces perfectamente desde la entrada, incluso se oía el aleteo de unas palomas que estaban en el techo al fondo de la cueva, y su altura será de más de cincuenta metros...

A continuación y apenas a unos metros, hemos visitado el anfiteatro romano, de época imperial, parcialmente excavado en la roca… y desde allí dando un pequeño paseo (de menos de un kilómetro, digan algunos lo que digan…), nos hemos acercado al Museo Arqueológico de Siracusa, para a continuación volver a casa a descansar, ya que mañana tenemos que madrugar, pues el viaje hacia Agrigento es más largo. Esperamos visitar el Valle de los Templos, pero esa es otra historia… Por cierto la oreja de hoy la pone Dionisio.

Dia horrible...?

Bueno hoy ha sido un día desastroso pero… con pequeñas alegrías. Os lo cuento.

Salimos de casa no muy pronto, ya que íbamos a ir solo a Piazza Armerina. Si ayer subió un poco la temperatura, ocho grados por la mañana, hoy hacia casi un día perfecto, algo más de doce grados, nada de viento... Apenas salimos de casa vimos el Etna, por supuesto todavía cubierto de nieve, pero con dos fumatas en dos de sus tres cráteres que subían rectas hacia el cielo, ya que no hacía nada de viento.

Íbamos bien abrigados, descansados y de camino fuimos oyendo un libro de Emilio Salgari, no muy agradable que contaba como a unas mujeres jóvenes, sus esposos viejos, les habían cortado la nariz y las orejas por mirar a unos jovencitos, la acción transcurría cerca de Afganistán… hay cosas que no cambian. Ya cuando estábamos llegando a Piazza Armerina, siguiendo las instrucciones del navegador que nos ha llevado de maravilla, busqué en los monumentos de la zona, la Villa Romana que íbamos a ver y enseguida calculó la ruta. Cuando pasamos por Piazza Armerina norte, vimos que ponía una indicación hacia la Villa Romana del Casale, pero como el navegador decía que faltaban 4 kilómetros para el desvío, decidimos hacer caso del navegador que hasta entonces, ya digo, nos había llevado a todos los sitios de maravilla. Así que siguiendo sus instrucciones nos metimos por una carretera algo estrecha y con muchas curvas, cuando llevábamos varios kilómetros nos dijo que nos teníamos que meter por un camino de tierra que salía de la carretera y que tenía unas puertas metálicas abiertas. Seguimos sus indicaciones algo extrañados y nos metimos por allí. Cuando aquello empezó a estrecharse y no había posibilidad de dar la vuelta, tuvimos que seguir adelante hasta que llegamos a una casa particular, donde un señor que trabajaba en unos naranjos nos miró bastante extrañado. Decidimos que estaba claro que por ahí no era y aprovechando una pequeña cancha de baloncesto que tenían, dimos la vuelta y salimos por donde habíamos venido.

Volvimos hacia Piazza Armerina para seguir las indicaciones. Después de perder las señales varias veces, volviendo de nuevo al sitio y cambiando de dirección, preguntamos dos veces, nos indicaron mal.., total que al final decidimos que era mejor volver a la carretera donde habíamos visto la indicación primera y entrar por allí. Pero antes y ya que estábamos en el pueblo y todavía era pronto, decidimos visitar El Castillo Aragonés y una basílica. Le indicamos al navegador que nos señalara como se iba al Castillo Aragonés y empezó a meternos por unas calles, que si las subidas eran de lo más empinadas, en las bajadas dabas por supuesto que habría suelo, ya que desde el coche no se veía… Las calles cada vez eran más estrechas y como en el camino anterior, no había un solo sitio donde se pudiera dar la vuelta, que no estuviera ocupado por coches. Llegó un momento en que la decisión era o seguir hacia adelante por una calle que parecía casi imposible que el coche cupiera o dar marcha atrás en curva, cuesta abajo y en una calle un pelín más ancha que la anterior, pero durante más de trescientos metros. Me bajé del coche, y vi que un poco más adelante había una calle por la que podríamos ir y que era hasta de dos direcciones, así que la única opción fue ir hacia adelante y como dijo él cortamos una oreja. El retrovisor del lado derecho roto, así que decidimos salir de Piazza Armerina y pasar del Castillo Aragonés, de la Basílica y sobre todo de sus calles...

Volvimos a la carretera, y nos metimos otra vez a Piazza Armerina por el norte y aunque no muy bien, conseguimos gracias a las señales y la intuición llegar a la villa. Como para entonces era alrededor de la una, para poder verla sin agobios, decidimos comer antes de entrar.

Llegamos a la entrada a las dos menos cuarto y mira tú por donde, resulta que cerraban a las dos. Cuando nos lo dijo el señor debimos de poner cara haba triste, porque el pobre y antes de que le dijéramos nada, nos dijo: venga pasen, sin billete, pero deben estar en la entrada a las tres como muy tarde. Total que entramos corriendo, había un montón de gente trabajando en los mosaicos, muchas de las salas estaban cerradas, pero aun así, mereció la pena la visita.

La villa, por la cerámica, las prendas de las imágenes representadas y las monedas encontradas, la datan entre los siglos III y IV d.C. No se sabe quien pudo mandar construirla, las dos hipótesis con más partidarios es que fue una villa imperial, o la vivienda de un “consularis”, o sea, el gobernador de Sicilia. Otros opinan que pudo ser la residencia de un recaudador (que digo yo, por la villa, recaudaba más para él que para el imperio), y algunos más y debido a una sala llamada “Cubiculum de la escena erótica”, creen que pudo tratarse de un prostíbulo. Pero la verdad, cuando ves la monumentalidad y belleza de la villa, lo lógico es aceptar cualquiera de las dos hipótesis primeras.

El caso es que después de haber visto las villas romanas y toscanas, tengo un problema. Si me toca la primitiva, no sé qué tipo de villa construirme….

Besos,