Hoy es nuestro último día en Sicilia. Mañana esperamos salir para Messina temprano, ya que son muchos kilómetros hasta Nápoles. Me ha gustado mucho Sicilia. Él ya conocía la isla, pero aunque había venido muchas veces, creo que esta es la vez que más la ha pateado.
Cuando llegamos a la isla, entramos por Messina y de camino hacia Aceriale, solo encontramos montañas, de hecho nos preguntábamos de donde había salido eso que nos contaban los historiadores de que Sicilia había sido el granero de Roma, pensábamos que era imposible. El día que fuimos a Piazza Armerina comprobamos que sí, que podía haber sido el granero de Roma y de más sitios. Esa parte de la isla está cubierta de suaves colinas, revestidas ahora de trigo.
Otra de las cosas que nos sorprendió era lo verde que estaba todo. Estamos en invierno y lo que no esperábamos era la exuberante vegetación que todo lo cubre y lleno de flores. Hemos contemplado los almendros en flor, los naranjos y limoneros llenos de frutos. Todo en la isla respiraba ya a primavera…
Hoy como despedida decidimos subir al Etna y nos lucimos, aunque también tuvo su encanto. Cuando nos levantamos vimos que había llovido y que había alguna que otra nube en el cielo, pero pensamos que sería como ayer y que en cualquier momento saldría un sol espléndido y desaparecerían las nubes. Bueno pues no. De camino al Etna, las nubes se cerraban cada vez más. En no muchos kilómetros subimos del nivel del mar hasta los 1150 metros, ya en la falda del Etna donde dimos la vuelta, ya que llegó un momento en que éramos incapaces de ver más allá de unos metros. La carretera que no era mala, por algunos sitios se estrechaba, había tramos de viaducto y eso sí, la ventaja que teníamos es que no podías ver cuantos metros había por debajo. Llegamos hasta donde había nieve, paramos y recogí unos trozos de escoria volcánica y decidimos despedirnos del Etna, sintiendo no haber podido llegar más arriba, por lo menos hasta la estación de esquí y el funicular que decían había más arriba, pero la verdad es que no tenía sentido ya que difícilmente podíamos disfrutar de ningún tipo de vista. Supongo que teníamos que haber hecho esta excursión cualquier otro día.
En fin, aprovechamos a la bajada y paramos en Zaffarea d'Etnea, donde descubrimos que lo típico era la producción propia y artesanal de miel. Todo con abejitas libando en los naranjos, limoneros, castaños, eucaliptos y miles de flores, plantados en las faldas del Etna y compramos un poquito, para poder compartir con familiares y amigos...
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