jueves, 6 de marzo de 2008

Nápoles de nuevo

Comprando unos dulces en una pastelería del barrio, para llevárselos a nuestras no menos dulces anfitrionas, el pastelero, al reconocernos como guiris españoles, nos preguntó qué nos parecía su ciudad –evidentemente orgulloso de ella-.

Como a estas edades ya uno puede permitirse el lujo de ser sincero a todas horas, le dije que estaba sucia, que las casas estaban desastradas, que la contaminación era de concurso, que el tráfico era la estructuración del caos… pero que me encantaba.

Si –respondió- es mágica.

Y es cierto. Entre todo su desorden, en cualquier rincón encuentras belleza, luz, calor, vida… y sobretodo una gente especial -dicen que surgida de la mezcla con lo español durante la época en que nuestros reyes gobernaron por aquellos parajes. Te sientes bien allí.

Si vas en coche al principio te asustas un poco… pero se te pasa enseguida. No existen las normas de circulación, -por lo menos las oficiales- da la sensación de caos, pues cada uno hace lo que le da la gana sin preocuparse de los demás coches, aparentemente, pero no es cierto.

Simplemente siguen otras normas… sin enfadarse en ningún momento. El peatón puede cruzar por cualquier sitio, es el que manda, y nadie se enfada. A cambio las motos te pasan rozando en todas las direcciones posibles, te adelantan por cualquier lado. Los semáforos, stops y cedas el paso… como si no existieran, pero se ponen de acuerdo y pasan. En ningún momento tocan el claxon o gritan y se exasperan. No.

Y aparcar… donde encuentres sitio -aceras incluidas- y te quepa el coche. En los barrios antiguos el pavimento de adoquín es infame, las calles inimaginablemente estrechas –girar en algunas esquinas te cuesta dejar la pintura en la pared-. Y aun así, te encuentras tan a gusto (aunque te planteas que el autobús o el taxi empiezan a ser mejor opción).

Los napolitanos son una gente cálida como su clima. Si preguntas por una dirección, prácticamente te llevan; y entablar conversación en cualquier sitio es sencillo.

Y estás rodeado de maravillas.

Aquí hemos descubierto pintores que ni sabíamos que existían –analfabétos dirá Paco- y que nos gustan muchísimo.

Hemos disfrutado con sus magnificas esculturas, en el Museo Arqueológico y en el de Capodimonte.

Hemos paseado por Pompeya y por Capri, vigilados constantemente por el Vesubio.

Y nos hemos emocionado con la capilla de San Severo y la imagen de un Cristo Velado que verdaderamente te impresiona por su sensibilidad y belleza…

Me gusta mucho Nápoles.

Vamos, que ya podemos volver a casa…

Vuelta a Orvieto

Ya estamos de vuelta en Orvieto. Volvimos el domingo por la tarde y desde entonces nos hemos dedicado a la intendencia o mantenimiento, es decir: Lavar y planchar la ropa que nos llevamos, ir a comprar bebida y comida, actualizar los audiolibros del coche y del ipod, actualizar los libros de la PDA y desde hace dos días esperar a que escampe.
Aprovechamos para leer. Yo estoy terminando la saga de los reyes malditos, de Maurice Druon, que considero de las mejores novelas históricas que he leído, muy recomendable, y cuando termine quiero volver a leer o escuchar Las memorias de Adriano, ya que todavía estoy impresionada con la visita a su villa y él está leyendo un libro en inglés sobre los grandes pintores del Renacimiento italiano: Piero della Francesca, Botticelli, Leonardo, Michelangelo, Raphael, Titian, Caravaggio y Canaletto. Se titula "Los protagonistas del arte italiano", lo compró en la Galeria Borghese, en Roma, uno de los museos que más nos ha gustado, la pena es que no lo tenían en español.

De Nápoles nos gustaron mucho dos museos:
  1. El arqueológico, donde tuvimos la suerte de ver una exposición del pintor holandés Sir Lawrence Alma-Tadema, que nos encantó. Recomiendo entrar en la wikipedia para ver parte de sus obras, bueno, siempre y cuando os guste la pintura del siglo XIX, que a nosotros nos encanta. La foto de hoy es de uno de sus cuadros y
  2. El Museo Capodimonte. Una maravilla, tanto el palacio como su contenido. Visita obligada en Nápoles.
Pero creo que una de las cosas más interesantes de Nápoles ha sido el callejear. Encontramos en Via Tribunali varias cosas superinteresantes:
  1. Una se la debemos a un taxista napolitano muy simpático, que nos recomendó en esa calle, casi al final, (cerca de la calle de la Catedral) un restaurante, en concreto pizzeria, es lo único que sirven pizza y bebida, que se llama Il Presidente, ya que es el sitio donde suele ir Berlusconi, Clinton y un montón más de presidentes y famosos. Las paredes están llenas de fotos de estos personajes. El precio muy bueno. Las pizzas, deliciosas, están alrededor de los 7 €.
  2. La segunda recomendación, cercana al restaurante, es la Capilla San Severo, es privada, perteneció a los príncipes de San Severo y entre otras maravillosas esculturas se puede contemplar el Cristo Velato. Dicen que Cánovas cuando vio la escultura dijo que hubiera dado diez años de su vida por ser el autor de la obra, y se comprende.
  3. Es alrededor de esta calle donde se encuentran también los talleres de los artesanos que realizan las figuras de los famosos belenes napolitanos, y se puede contemplar como trabajan. Resulta interesante.
  4. También encontramos una tienda de antigüedades, en la que al final, una simpática napolitana nos vendió, para la fuente del jardín, una boca de león por la que saldrá el chorro del agua y un pequeño Neptuno, al que falta el tridente, futuro trabajo para él, que colocaremos entre las aguas de nuestro charquito. Nos quería vender un busto de mármol de un romano, que no compramos, y de lo que él todavía se está arrepintiendo, pero que pesaba alrededor de los ochenta kilos y que nos pedía alrededor de los dos mil euros, según él dice que negociables...
Nos quedaron varias cosas pendientes por ver en Nápoles, pero el coche lo teníamos en la calle, eso sí a la puerta de casa y en una calle sin salida, rodeado por varios más, de los cuales al que no le faltaban las ruedas, tenía rotos los cristales, y era un sinvivir. Un día lo dejamos en un parking cerca de casa, (alrededor de un kilómetro por calles en cuesta), donde nos cobraban a 22 € la noche y 3 € la hora. Al final no sabias que era mejor. En fin, siempre podemos volver en tren.