Hoy 23 de abril, celebramos la fiesta de la comunidad autonóma Castellano-Leonesa.
En concreto es el aniversario de la Batalla de Villalar, en 1521, entre las tropas reales y las comuneras.
Tras perder las tropas comuneras esta batalla, la mayor parte de las ciudades del norte, no tuvieron otra alternativa que volver a prestar lealtad al rey Carlos a primeros de mayo. Unicamente las ciudades de Madrid y Toledo pudieron mantener sus comunidades unos meses más. El cuadro, del pintor Manuel Picolo López, representa dicha batalla.
Al día siguiente, en la misma ciudad de Villalar, fueron ajusticiados los principales capitanes que lucharon en esta guerra, llamada de las Comunidades de Castilla: Padilla, Bravo y Maldonado.
Este otro cuadro de Antonio Gisbert, muestra la decapitación de los capitanes Juan Bravo y Juan de Padilla.
Para los que esteis interesados en esta historia, os recomiendo leer, del poeta leonés Luis López Álvarez, su canto épico "Los Comuneros", y aquellos que prefieran escucharlo, el grupo Nuevo Mester de Juglaria, puso música al poema y editó un disco con dicho título.
Cierra este largo poema, "El canto de esperanza", que es para muchos el Himno de Castilla, os transcribo una adaptación, realizada por José Aldea, de la letra de Luis López Alvarez, y podeis escuchar la canción pinchando aquí:
y en Abril para más señas,
en Villalar ajustician
a quienes justicia pidieran.
¡Malditos sean aquellos
que firmaron la sentencia!
¡Malditos todos aquellos
los que ajusticiar quisieran
al que luchó por el pueblo
y perdió tan justa guerra!
Desde entonces, ya Castilla
no se ha vuelto a levantar
¡ay, ay!
no se ha vuelto a levantar
en manos de rey bastardo
o de regente falaz,
¡ay, ay!
o de regente falaz,
siempre añorando una junta
o esperando un capitán
¡ay, ay!
o esperando un capitán.
Quien sabe si las cigüeñas
han de volver por San Blas,
si las heladas de Marzo
los brotes se han de llevar,
si las llamas comuneras
otra vez repicarán:
cuanto más vieja la yesca,
más fácil se prenderá,
cuanto más vieja la yesca
y más duro el pedernal:
si los pinares ardieron,
¡aún nos queda el encinar!
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