viernes, 21 de marzo de 2008

Arrivederci Roma

El miércoles salimos de casa preocupados, ya que por la noche y de madrugada había estado lloviendo, pero la verdad es que tuvimos mucha suerte, por la mañana hacia un sol espléndido, el cielo estaba más azul que nunca y solo unas pocas nubes algodonadas aparecian en el horizonte. La lluvia consiguió que el aire fuera más limpio y trasparente, la visibilidad inmejorable, en fin parecía un día de encargo.

Llegamos a Roma no muy tarde, y cuando dejamos los coches, hablando con Alicia, a la que comentamos nuestro itinerario, nos lo amplió con dos basílicas insuperables: la de San Juan, antigua sede papal y la de San Clemente, que no tuvimos la suerte de ver, ya que cuando llegamos se encontraba cerrada y su apertura, a las cuatro, nos pilló dentro del Palatino y camino de los Foros, y claro la decisión de abandonar los antiguos palacios de los cesares era difícil de afrontar.

Pero bueno, empezaré por contaros que nos pareció la Basilica de San Giovani. Nos encantó. No sabríamos decir que nos gustó más si el Batisterio, la Basílica, el Claustro… Creo que mejor nos quedamos con el conjunto y recomendamos visitarlo. No pudimos entrar en el antiguo palacio papal, ya que no permitían el acceso a turistas.

De allí y dando un pequeño paseo, bajamos hasta San Clemente y como os contaba se encontraba cerrado. Había un cartel que informaba que abrían a las cuatro, así que decidimos que a esa hora volvíamos… seguimos calle abajo hasta la plaza del Coliseo, pero justo al lado encontramos un restaurante y como era casi la hora de comer, decidimos alimentarnos antes de afrontarlo y que podemos decir, pues que comimos fatal, no todo podía ser perfecto. La masa de la pizza resultó malísima y como supongo que todavía no pasamos hambre, pues parte de ella quedó en los platos, no solo en los nuestros, sino también en los de otros turistas. Comimos caro y malo, típico en zonas turísticas. La verdad es que estos días pasamos de la Venganza de Moztezuma a su antítesis con gran facilidad.

Para compensar, el recorrido por el Coliseo nos gustó mucho y a algunos lo único que les faltó fue el rugido de los leones… Recorrimos todos los espacios que nos permitieron, hasta la tienda, que por cierto tenía unos precios abusivos, por ejemplo una goma de borrar costaba 3’5 € y llegó un momento que nos pareció hasta barata.

A la salida, ocurrió algo muy simpático. De camino al Palatino, encontramos un “Cesar” y dos “legionarios” de los que no sabríamos decir su graduación, pero que debían de estar entre legados y centuriones, y que por el módico precio de 5 € te permitían fotografiarte con ellos. Cuando nos lo dijeron y les dijimos que nos parecía muy caro y que no nos la hacíamos, nos llamaron catalanes, y no parecía un piropo. No sabemos que experiencias les habrían llevado a esas manifestaciones.

Nos alejamos hacía el Palatino y de camino parte del persona se fotografió con una “estatua” egipcia, cuyo precio era mucho más razonable, “la voluntad”, que agradeció de forma muy expresiva.

En el Palatino tampoco tuvimos mucha suerte, debido a que una parte de la Domus Augustana, los salones con frescos que se acaban de abrir al público, solo se podía visitar en pequeños grupos, la fila para entrar era larga y todavía nos quedaban muchas cosas pendientes y poco tiempo de luz, pero este pequeño inconveniente fue compensado por las bellas vistas que desde el Palatino se tienen tanto del Circo Máximo por un lado, como del Foro Romano por el otro. Así que hacia éste último abandonamos el Palatino cruzando la espléndida Villa Farnese, y ya en el Foro y después de presentar nuestros respetos ante el Ara de Cesar, fuimos caminando por la Via Sacra, como si de un triunfo se tratara, a visitar la Curia. Allí quedamos impresionados, entre otras cosas, por su buena acústica.

Saliendo de la Curia, nos dividimos. Pepe y Él, decidieron que no subían hasta la Colina Capitolina, que preferían rodear el victoriano y que nos esperaban a la bajada de la bellísima plaza diseñada por Miguel Angel. Y mientras nosotros subíamos alguna que otra escalera y aprovechábamos para hacer fotos del Foro desde las “cumbres” capitolinas, ellos, a la bajada nos informaron de las exposiciones, cárceles romanas donde encerraron a San Pablo y San Pedro y subidas en ascensores hasta las cuadrigas victorianas que nos habíamos perdido.., mientras que nosotros contestábamos que no hay nada que se pueda comparar a un paseo por una de las plazas más bellas de Roma.

Al final todos estuvimos de acuerdo en ir a tomarnos un helado, que finalmente cambiamos por unas castañas asadas y unos buñuelos con café caliente, ya que al atardecer había refrescado.

El caso es que entre ir a por el coche, volver a Orvieto, salir a cenar, pequeñas tertulias en la cocina alrededor de unas copas con limonccelo casero..., resulta impensable realizar una entrada para el blog.

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