La verdad es que los pobres han tenido unos días poco primaverales. En realidad, en esta semana parece como si la Naturaleza hubiera decidido mostrarnos todo lo que es capaz de hacer... Quiero decir que hemos tenido lluvia, viento huracanado, nieve cerca, aguanieve, niebla, sol y sobre todo frío, mucho frío. La primavera la hemos visto en los escaparates de las tiendas, pero en la calle lo único que se sentía era el duro invierno, al que por cierto los africanos no estaban acostumbrados.
Pero bueno, a pesar de todo, ayer fuimos más hacia el norte, pero eso si, todos bien pertrechados. Nuestro destino era Asis, y de camino, cayó todo el agua que se puede uno imaginar, pero como de costumbre tuvimos mucha suerte. Fue llegar y escampar. Siguió haciendo frío, pero apenas cayeron cuatro gotas mientras estuvimos alli.Dejamos el coche en un parking arriba de la ciudad y fuimos descendiendo por sus calles hasta la Basílica. Al pasar por la Catedral de San Rufino, entramos en su interior, pero no pudimos hacer lo mismo en el antiguo templo de Minerva, ya que estaban celebrando misa.
Las basílicas gustaron mucho, y todos decidieron que les gustaba mas la inferior. Bajamos hasta la cripta, donde estaba enterrado San Francisco y después de admirar los frescos de ambas basílicas, la superior y la inferior, salimos a reponer energías, cosa que hicimos cerca y no estuvo mal. Hubo en la mesa platos de pollo asado, de patatas, paninis y diferentes lasañas, y posteriormente en autobús fuimos hasta el coche, ya que no se atrevieron a subir andando, para rápidamente salir hacia un centro comercial de Perugia, donde comprar las cosas necesarias para conseguir llenar los últimos rinconcitos del coche que quedaran libres, con pastas y vinos de la Umbría.
Volvimos a Orvieto no muy tarde, ya que tenían que hacer las maletas y realizar auténticos trucos de magia, para conseguir meter en el coche todas esas pequeñas cosas que se amontonaban en las habitaciones en bolsas, cosas que no se pensaba que ocuparan tanto.
Y después de una última cena italiana, en la que Él preparó como despedida dos tipos de espaguetis, unos picantes y otros no, tuvimos como siempre una agradable sobremesa y nos fuimos a la cama, quedando para al día siguiente para realizar el desayuno de despedida a las ocho de la mañana.
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